Proverbios 18:10
En tiempos antiguos, las ciudades solían tener torres defensivas para protegerse de los ataques. Por lo general, eran estructuras altas y robustas, construidas sobre terrenos elevados, de tal manera que desde la cima se pudiera vigilar y divisar la llegada de los enemigos. Pero no era la única función de dichas torres. En caso de ataque, los vigilantes hacían sonar campanas para advertir a los habitantes del peligro inminente. ¿Adivina a dónde corrían todos? Como te imaginarás, estas torres eran construcciones fortificadas donde la gente podía refugiarse cuando se avecinaba el peligro. Del mismo modo, cuando las dificultades y los desafíos nos rodean, cuando nos sentimos débiles y abrumados, ¿a dónde debemos correr en busca de refugio? ¡A nuestra torre fuerte! Esa torre es el nombre de Jehová, el nombre de Dios. Un nombre poderoso. Un nombre que nos ofrece refugio y protección. Él es nuestra fortaleza, nuestra roca segura en tiempos de adversidad. En la vida podemos enfrentar momentos muy oscuros. Momentos en los que nos sentimos abatidos, desanimados y sin fuerzas para seguir adelante. Pero no debemos desesperar. ¡Nuestro Dios está al tanto de todo! ¡Lo tiene todo bajo control! Él puede ver a nuestros enemigos incluso antes de que se propongan atacarnos. Para toda mala racha, incluso para toda tragedia, hay un propósito. Él nos levantará, nos dará fuerzas renovadas y nos sostendrá en sus brazos amorosos. ¡No lo dudes! El nombre de Jehová es un nombre que nos recuerda que no estamos solos, que tenemos a un Dios todopoderoso y compasivo que cuida de nosotros. Es un nombre que tiene poder para vencer cualquier obstáculo, para romper toda atadura y abrir caminos donde parece no haber salida. ¡Créelo!